lunes, 3 de marzo de 2014

Reforma Energética 2013





Breve análisis de la Reforma Energética 2013

La Reforma Energética 2013, presentada por el Poder Ejecutivo Federal y publicada el 20 de diciembre de 2013 en el Diario Oficial de la Federación, consiste en modificaciones a los parrafos cuarto, sexto y octavo del Artículo 25, al párrafo sexto del Artículo 27, a los párrafos cuarto y sexto del Artículo 28, así como un párrafo adicional al Artículo 27 y un párrafo adicional al Artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
¿En qué consiste la Reforma Energética?
Sobre Pemex y CFE
Pemex y CFE dejan de ser organismos descentralizados para prestación de servicios públicos para convertirse, en un periodo de dos años, en “empresas productivas del  Estado”, cuyo objetivo es la creación de valor económico y aumentar los ingresos de la nación, bajo criterios de eficacia, eficiencia, honestidad,  productividad y transparencia, así como la responsabilidad social, ambiental y el desarrollo sustentable. Durante la fase de transición de dos años, Pemex y CFE podrán celebrar contratos con particulares bajo el nuevo marco legal vigente.
El Consejo de Administración de Pemex estará formado por cinco consejeros por parte del gobierno federal, incluyendo al secretario de Energía, y cinco consejeros independientes. Se excluye al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), con lo que desaparecerá su influencia en las decisiones que tome en el futuro este órgano de gobierno.
Pemex y CFE deberán establecer nuevos contratos de trabajo y régimen de remuneraciones para su personal, con el objeto de garantizar eficacia, honestidad, productividad, transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, los derechos laborales de los trabajadores actuales de la plantilla de Pemex y sus subsidiarias serán respetados a cabalidad.
Se pretende “despetrolizar” las finanzas públicas, al establecer un límite de participación de Pemex al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de hasta un 4.7%.
Se elimina también el carácter de industria estratégica de la petroquímica básica, eliminando el monopolio del Estado en esta área, lo que permite que los particulares participen directamente en la cadena de valor de los productos derivados del petróleo, incluyendo transporte.

Sobre los hidrocarburos
Se eliminan las restricciones para emitir contratos de extracción de hidrocarburos a empresas privadas. Sin embargo, los esquemas de contratación deberán indicar claramente que el petróleo es propiedad de la nación en carácter de inalienable e imprescriptible, por lo que un esquema de concesiones permanece prohibido. Dicho de otro modo, los contratos de extracción serán intransferibles.
La nación llevará a cabo la exploración y explotación de los hidrocarburos (líquidos y gaseosos) mediante asignaciones a las empresas productivas del Estado o a través de contratos con éstas o con particulares, en los términos de la ley reglamentaria (aún no definida).
La reforma establece 4 modelos de participación en materia de exploración y extracción de hidrocarburos, aunque deja abierta la puerta a otros esquemas.
1)            De servicios. Con pagos en efectivo.
2)            De utilidad compartida. Con pagos hechos con un porcentaje de la utilidad aún no establecido formalmente.
3)            De producción compartida. Con pagos hechos con un porcentaje de la producción –hidrocarburos extraídos- aún no establecido formalmente.
4)            Licencias. Con pagos hechos por medio de la transmisión onerosa de los hidrocarburos, una vez extraídos éstos del subsuelo.
La Secretaría de Energía (Poder Ejecutivo Federal) será el ente facultado para otorgar permisos de tratamiento y refinación de petróleo, así como para el procesamiento del gas natural. En estos permisos se autoriza, al poseedor del hidrocarburo, su venta o cesión para su procesamiento a terceros, incluso dentro del territorio nacional.
La Secretaría de Hacienda determinará las condiciones relativas a los términos fiscales de los contratos y licitaciones en exploración y explotación de hidrocarburos que expida la Secretaría de Energía.
Se creará una Comisión Nacional de Hidrocarburos para brindar asesoría técnica a la Secretaría de Energía, y autorizarálos servicios de reconocimiento y exploración superficial, efectuará las licitaciones y declarará los ganadores y establecerá los contratos para exploración y explotación de hidrocarburos.
Se creará una Comisión Reguladora de Energía, para el otorgamiento de permisos para el almacenamiento, transporte y distribución por ductos de petróleo, gas natural, gas natural comercial, petrolíferos, la regulación de acceso de terceros a los ductos de transporte y almacenamiento de hidrocarburos y la regulación de ventas de primera mano de los mismos.
Pemex deberá someter a la consideración de la Secretaría de Energía, dentro de un plazo de 60 días naturales tras la aprobación del decreto, cuáles son las áreas en exploración y los campos en producción que el aún hoy organismo descentralizado esté en capacidad de operar, a través de asignaciones. La Sener contará con un plazo de 180 días naturales para dar su veredicto.
Pemex podría continuar trabajando en los proyectos vigentes de exploración por un plazo de tres años, prorrogables dos años más. Si hay éxito en los resultados esperados, la empresa podría continuar con las actividades de extracción. De no ser así, el Estado atraerá de nuevo los proyectos a fin de eliminarlos o reasignarlos.
Si en el proceso de adjudicación de asignaciones “se llegaran a afectar inversiones de Petróleos Mexicanos, éstas serán reconocidas a su justo valor económico en los términos que para tal efecto disponga (la Sener)”.
En un plazo no mayor a 12 meses de que entre en vigor la nueva Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional, el Ejecutivo tendrá que crear el organismo público descentralizado denominado Centro Nacional de Control del Gas Natural, encargado de la operación del sistema nacional de ductos de transporte y almacenamiento.

Fondo Mexicano del Petróleo (FMP)
Se llamará ahora Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo y recibirá todos los ingresos generados por las asignaciones y contratos tanto con Pemex como con la industria privada, con excepción de los impuestos. Este Fondo deberá transferir recursos de 10 por ciento al Sistema de Pensión Universal, de 30 por ciento para las inversiones en infraestructura y hasta de 10 por ciento para la formación de capital humano en universidades y postgrados. El fideicomiso se constituirá en 2014 para comenzar a operar en 2015. Será un fideicomiso público bajo el control del Banco de México.
El Fondo contará con un Comité Técnico integrado por los secretarios de Hacienda, Energía y el gobernador del Banco de México, así como cuatro miembros independientes que serán nombrados por el Presidente de la República, con la aprobación de dos terceras partes de la Cámara de Senadores. El presidente del Consejo Técnico será el secretario de Hacienda.

Electricidad
La nación conservará el control exclusivo del Sistema Eléctrico Nacional, el cual será operado por el Centro Nacional de Control de Energía, así como el servicio público de transmisión y distribución ‒en estas actividades no se otorgarán concesiones‒, sin perjuicio de que la nación pueda celebrar contratos con particulares en los términos que habrá de establecer la legislación secundaria. La CFE deberá transferir los recursos materiales y humanos al Centro para la operación del sistema y éste será independiente de la CFE.
Se quitan las palabras “generar”, “conducir”, “transformar” y “abastecer” energía eléctrica como potestades exclusivas de la nación. Es decir, no se otorgan concesiones, pero sí permisos en todas las áreas que antes eran exclusivas de la Nación.
La generación y la comercialización de energía eléctrica serán abiertas a la participación de particulares, quienes por cuenta propia podrán llevar a cabo, entre otras tareas, la instalación, mantenimiento, gestión, operación y ampliación de la infraestructura necesaria para prestar el servicio público de transmisión y distribución de la energía eléctrica que produzcan.
Finalmente, se ordena la creación de una Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos, como órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con autonomía técnica y de gestión.

¿Qué implica la Reforma Energética?
Para comprender correctamente qué es la Reforma Energética, es necesario estudiarla desde 6 aspectos distintos y complementarios: el aspecto económico, la viabilidad técnica, el aspecto legal y de derecho internacional, el aspecto histórico, el contexto político y el sentido patriótico y ético. De no hacerlo, se tendrá una perspectiva parcial y sesgada del verdadero impacto que esta reforma tendrá en nuestra vida social y republicana.
Ante todo, no debemos olvidar que en el contexto cardenista del sector energético, Pemex y CFE no son empresas ni deben conducirse como tales: son entes centralizados que gestionan los recursos naturales para alcanzar un bienestar público. Transformarlos en empresas con fines de lucro, es desvirtuar su propósito original y legítimo.
Pero Pemex es más que eso: es un emblema de la soberanía nacional y de lo que ésta ha costado al pueblo mexicano. Pemex es el resultado de una larga lucha, contra las empresas petroleras extranjeras, para recuperar la soberanía y el derecho de decisión sobre el uso y explotación de nuestros recursos naturales, que comienza desde el alzamiento en contra del régimen de Porfirio Díaz, hasta las jornadas expropiatorias emprendidas por el Gral. Cárdenas y el Lic. López Mateos, éstos últimos quienes lograron hacer efectivo el espíritu del Artículo 27 de la Constitución de 1917.
Desde las cúpulas del poder y desde hace 30 años, se ha decidido privatizar el negocio del sector energético para despojar al pueblo de México y convertirlo en botín de unos pocos, nacionales y extranjeros. Para ello, y a posteriori y de manera infame, se ha buscado justificar esta decisión. Y para ello se han empleado datos sesgados y manipulados, con información engañosa y verdades a medias.
Es así como hemos presenciado la fracturación del Pemex cardenista en 4 pequeños Pemex, con el fin de facilitar su enajenación. En los hechos, se ha intentado privatizar ya la petroquímica básica y elgas natural, y ahora se pretende entregar la refinación y la renta petrolera. Para ello, se paralizó la renovación tecnológica de la petroquímica básica y se ha permitido la invasión de empresas privadas en el proceso de generación de energía eléctrica, hasta alcanza el actual 40% de la electricidad que se consume actualmente. Y esto, manteniendo en subexplotación la capacidad de generación de CFE.
La reforma energética indica que no se permiten las concesiones sobre los hidrocarburos, pero en la realidad, a través de los contratos de “producción compartida”, se está cediendo la potestad sobre nuestros recursos naturales y sobre nuestra soberanía. El servicio de extracción de petróleo no se está pagando en efectivo, sino con el mismo petróleo que se está extrayendo. Y eso es enajenar el petróleo.
Con esta nueva reforma, el funcionamiento de la industria petrolera será el siguiente: se asignará a Pemex o a cualquier otra empresa un área de trabajo, la cual podrá explorar y explotar a placer. En un esquema de “producción compartida”, cuando el área comience a producir, se cubrirán en primer lugar todos los costos de producción, después se cubrirán las utilidades de la empresa y finalmente se transferirá el resto (la renta petrolera) al Estado (menos impuestos).
Un esquema de “producción compartida” es muy propenso a la corrupción, simplemente porque su auditoría es muy difícil: ¿cómo controlar que la empresa privada reporte realmente el total del petróleo extraído? ¿Cómo garantizar que los costos de producción no han sido inflados por el particular que hace la explotación?
Pero además, no podemos decir que tal cosa no va a ocurrir en México. Existe una vasta experiencia internacional: la corrupción en este tipo de contratos es moneda corriente en otros países donde las grandes petroleras internacionales tienen contratos de esta naturaleza con los gobiernos respectivos, reportando niveles menores de producción y costos inflados de producción.
Además, el esquema de “producción compartida” es perverso, pues imposibilita la transferencia de tecnología al Estado, ya que las empresas privadas cuentan con la total libertad de contratar a su personal, y no se les compromete a formar técnicos e ingenieros nacionales que permitan desarrollar nuestra propia industria.
Ahí están los ejemplos de los países que ya abrieron su industria petrolera a la iniciativa privada. Petrobras, el experimento brasileño y el caballo de batalla de los apologistas del libre mercado, dejaba en Brasil únicamente el 10% de las ganancias generadas por el petróleo. Brasil debió crear una nueva empresa, Petrosal, totalmente estatal, y comenzar a aumentar (nacionalizar) la participación del gobierno en Petrobras. El Ing. Siqueira, vicepresidente de la Asociación de Ingenieros de Petrobras, mencionó durante su visita a México: “no vayan a abrir su sector petrolero a la inversión privada, nuestra experiencia es fatídica”.
En Bolivia, en 2005, las petroleras privadas se quedaban con el 82% de la renta petrolera del país, lo que orilló a Bolivia, tras largos y costosos juicios internacionales, a renacionalizar su industria petrolera.
Y eso es un problema más: en caso de litigio, las grandes petroleras internacionales no dudan en apelar a cortes internacionales que velan por los intereses de estas grandes corporaciones. Por ejemplo, en el emblemático caso de Ecuador, quien decidió detener el contrato que tenía con la empresa Occidental por abuso de contrato y por las muy bajas aportaciones que hacía la empresa. Las cortes internacionales determinaron que,aun cuando la empresa Occidental no había cumplido con su parte del contrato, la ley ecuatoriana era injusta y el gobierno de Ecuador debía indemnizar a Occidental con una suma de 1,600 millones de dólares.
Otro ejemplo es el yacimiento de Kashagan, en Kazakhstan, que es el más grande descubierto en los últimos 30 años. El gobierno de Kazakhstan celebró un contrato de recuperación de costos (renta compartida) que, por retrasos y menor producción de la esperada, redituaría al gobierno menos del 2% de la renta petrolera durante la primera década de explotación. Nuevamente, tras largos y costosos juicios internacionales, Kazakhstan logró recuperar la potestad del yacimiento de Kashagan.
Estos ejemplos debieran servir de referencia para México. Recordemos que, al convertir el sector energético en un área no estratégica para el país y permitir la participación de la industria privada, estas mismas empresas podrán arroparse en leyes y tratados internacionales (TLC) para apelar a cualquier decisión que, siendo benéfica para el país, les sea contraria a sus intereses.

¿Cómo se justifica esta Reforma Energética?
La justificación de este cambio radical a nuestro máximo contrato social está basada, como mencioné anteriormente, en datos sesgados y verdades a medias, cuando no en falacias descaradas.
Se nos dice que este tipo de contratos permitirá explotar los yacimientos en aguas profundas que son, justamente, los que tienen costos más altos de producción y generarán la menor renta petrolera. Las empresas privadas no perderán, pues ellas recuperarán sus costos de producción y su utilidad pactada; además, podrán perfeccionar sus tecnologías de explotación y abaratar, para sus propios países, los costos de producción en aguas profundas. Estaremos subsidiando el desarrollo tecnológico de países extranjeros, en lugar de invertir en nuestro propio desarrollo.
Se nos dice que Pemex está en quiebra técnica. Es verdad, pero es una situación que el propio gobierno ha fomentado al aplicarle un régimen fiscal que no le permite reinvertir en su propio desarrollo tecnológico. Cuando, durante los gobiernos panistas, la renta petrolera fue enorme, el dinero excedente no fue empleado para hacer de Pemex una mejor industria.
Se nos dice que las empresas que cuentan con la tecnología no la venden. Es mentira. El mayor ejemplo es la industria petrolera sueca, donde los contratos de extracción petrolera involucraban siempre la formación de ingenieros especializados y la transferencia de tecnología al gobierno sueco.
Y en la cúspide del malinchismo, se nos dice que los mexicanos no tenemos la capacidad para desarrollar la tecnología necesaria para aprovechar nuestro propio petróleo. Es mentira, y la Historia es nuestro testigo: después de la expropiación petrolera, las grandes empresas que fueron afectadas por el gobierno del Gral. Cárdenas aplicaron un gran boicot tecnológico a la recién creada Pemex. No era posible comprar ni un tornillo ni una refacción para las plantas y pozos recientemente adquiridos, ya no hablar de un buque o de nuevas plataformas de perforación. Pero los  técnicos e ingenieros mexicanos lograron crear su propia tecnología y, en menos de 30 años, convertir a Pemex en una empresa ejemplar a nivel internacional, con la segunda flota petrolera del mundo y las plataformas de extracción marítimas más avanzadas.

¿Qué no es la Reforma Energética?
La reforma que se presenta, en lugar de buscar transformar a Pemex en un organismo de interés público eficiente y de vanguardia, proporcionándole un nuevo régimen fiscal que le permita crecer y desarrollar nueva tecnología, propone un régimen de contratos que pretende entregar nuestra soberanía sobre el petróleo a empresas particulares, particularmente extranjeras.
En la presente reforma, no se incluye una estrategia energética que garantice nuestra soberanía energética en el largo plazo, incluyendo un programa de transición energética, pasando del petróleo a las nuevas fuentes energéticas, de tal manera que se maximice el beneficio nacional y no el de empresas privadas y extranjeras. Tampoco se incluye un mecanismo que devuelva su fuerza a Pemex y al Instituto Mexicano del Petróleo, con un régimen fiscal que permita la inversión en infraestructura e investigación y desarrollo tecnológico. Es una falsa premisa decir que no podemos acceder a la tecnología si no cedemos nuestra soberanía petrolera: la tecnología está en el mercado y es posible asimilarla, adaptarla y mejorarla.
El petróleo y sus derivados son una extraordinaria fuente de riqueza que pertenece al pueblo de México y que no es necesario compartir con extranjeros. Esta riqueza debe servir para elevar la calidad de vida de los mexicanos, ser palanca de desarrollo del país, y no botín de corsarios y mercenarios.
Nuestra industria petrolera necesita(ba) de una limpieza de la corrupción e ineficiencia de sus sindicatos y de los políticos que han hecho de ella una fuente de riqueza personal desmedida y que se han convertido en un lastre para su desarrollo. Se requeriría de mecanismos reales y eficaces de transparencia y rendición de cuentas, a través de una correcta fiscalización y organismos de observación ciudadana. Para lograrlo, no era necesario alterar el sentido patriótico y soberano de los artículos 27 y 28 constitucionales.
Falta aún establecer las leyes secundarias y los reglamentos de las comisiones nacionales que emanan de esta reforma energética. Y ya lo sabemos, el diablo se esconde en los detalles.
En todo caso, la reforma está muy lejos del espíritu del Gral. Lázaro Cárdenas. Atribuirle este engendro a su memoria, es una falta de respeto a él y a la inteligencia de los mexicanos patriotas.
Es cuánto.
Dr. José Gabriel Ramírez Torres
Coordinador de la Comisión de
 Energía e Hidrocarburos
Cd. Victoria, Tams., 18 de febrero de 2014