Juárez y el México actual
21 MARZO 2014
En el 208 aniversario de su
nacimiento, recordamos a Don Benito Juárez García, tres veces Benemérito de América, reconocido como tal por el
Congreso de Colombia el 1º de mayo de
1865; calificado así, el 11 de mayo de 1867 por la República Dominicana y aclamado “BENEMERITO EN GRADO HEROICO” por
el Congreso Mexicano el 18 de abril de
1873, fue un distinguido liberal.
Sintió en carne propia el dolor y las
aspiraciones de nuestro pueblo a cuyo servicio consagró su vida entera, desde 1832 en que fue electo diputado al
Congreso Local del Estado de Oaxaca hasta incluso el día de su muerte.
Fueron
40 años
de entrega sin límite a la causa enorme de la libertad de México. De estos, dedicó 14 años y medio a
servir a la República como Presidente de México.
Juárez
pudo tener defectos.
Era hombre al fin. Pero la suma de sus virtudes cívicas y humanas, históricas y
masónicas es muy superior, miles de veces a cualquier error.
En 1838
se recibe como abogado
en Oaxaca y procede a servir a sus hermanos indios. Contrae nupcias en 1843.
Ingresa al Partido Liberal y alcanza por el derecho del mérito su jefatura en
1844.
Respetaba, como el que más la religión
católica y la libertad de conciencia pero no podía supeditar su pensamiento, ni
menos su voluntad a la idea de que la tierra, que es sustento básico del hombre
fuera mantenida en pocas manos, improductiva, estéril, en poder del Clero.
El Plan
de Ayutla de 1º de marzo de 1854, fue un pronunciamiento político proclamado
en Ayutla, Guerrero por Florencio Villarreal, con apoyo de los liberales. Tuvo
como objeto dar fin a la dictadura de Antonio López de Santa Anna.
El Plan de Tacubaya, formulado el 17 de diciembre de 1857 en Tacubaya,
Ciudad de México, México, le daba al entonces presidente de la república,
Ignacio Comonfort, facultades omnímodas y planeaba principalmente derogar la
Constitución de 1857.
Ya que contenía una ideología
marcadamente liberal, pues contenía artículos contrarios a los intereses de la
Iglesia Católica, institución con todavía una amplia influencia en la opinión
pública.
Toda persona que por propia convicción
o por necesidad juró dicha Constitución quedó inmediatamente excomulgada al
igual de aquéllos que se veían beneficiados por la enajenación de bienes
eclesiásticos, esto causó una pugna más entre la Iglesia y el Estado y dividió
a la población mexicana en dos facciones: quienes apoyaban al Estado, que eran
los liberales, y quienes estaban a favor de la Iglesia, llamados conservadores.
El primer gobierno federal mestizo fue
el de Don Juan Alvarez al cual sucedió el de Don Ignacio Comonfort y desde
fines de diciembre de 1857, como resultado del golpe de Estado que a sí mismo
se dio Comonfort, entregando el poder al Partido Conservador
Juárez asumió por derecho propio, las
riendas del Poder Ejecutivo Federal, al ser Presidente de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación.
Las
Leyes de Reforma fueron una obra de alto beneficio público. La primera de estas
leyes fue del 25 de junio de 1856 auspiciada por Juárez y señaladamente por Don
Miguel Lerdo de Tejada. Estaba inspirada obviamente en los principios
antieclesiásticos, de esa inapagable fragua que fue la Revolución Francesa.
De esta ley se ha dicho que acogió los
principios jurídicos de la Legislación de Cádiz. Don Francisco Zarco, el periodista que fue el cronista insigne del
Constituyente de 1856; Don Melchor
Ocampo, pensador y filósofo, el Nigromante, Don Ignacio Ramírez; en cuyos labios la elocuencia adquiría
caracteres de excelencia, y con ellos otros más de esa generación talentosa y heroica
de la Reforma sostuvieron en privado y en público, en la tribuna, en el
periódico, en la cátedra los postulados de esta ley intitulada Ley Lerdo, que
abrió caminos nuevos a la emancipación nacional y señaló rumbos mayores y claros
horizontes. Esta ley revirtió en favor de la nación los inmensos BIENES DEL CLERO POLITICO, llamados por
inactivos, “bienes de manos muertas”.
En el mes de julio de 1859, desde el
puerto de Veracruz donde Juárez estableció su gobierno al amparo del gobernador
del Estado Don Manuel Gutiérrez Zamora,
se promulgaron por su régimen cuatro leyes también incluidas en la Reforma y
fueron la del 12 de julio de 1859 que ordenó la NACIONALIZACION DE LOS BIENES DEL CLERO en favor del poder civil,
esto es, del Estado y asimismo consagró la definitiva independencia y SEPARACION DEL ESTADO MEXICANO Y DE LA
IGLESIA CATOLICA. Es esta consecuentemente la ley diamantina de México,
obra superlativa del ilustre patricio.
La segunda ley de ese mismo mes
–tercera de las Leyes de Reforma– fue la del 23 de julio de 1859 que INSTITUYO EL MATRIMONIO CIVIL. Hasta
entonces el matrimonio había sido detentado y monopolizado por la Iglesia. El
poder civil, era ignorado, como se sabe, desde el siglo X de la Era Cristiana,
cuando el Papado se arrogó la facultad omnímoda de consagrar los matrimonios.
gran polémica suscitó esta ley. El Papa Pío IX denostó la obra juarista y
combatió el criterio que movió esta Legislación. No obstante prevalecieron la
razón y el derecho.
La tercera ley del propio julio, la
del 28 de ese mes y del mismo año de 1859 CREO
EL REGISTRO CIVIL y por ende el control de la natalidad por el Estado. Una
hija de Juárez fue la primera persona cuyo nombre ilustra los libros del
Registro Civil.
La cuarta ley fue suscrita en Veracruz
el 31 de julio de 1859 y se refiere a la SECULARIZACION
DE LOS CEMENTERIOS que quedan desde entonces sometidos a la potestad civil
y oficial del gobierno de la República.
Quedaron atrás los tiempos en que en
México no era posible que recibieran sepultura en la tierra dramática que los
vio nacer, hombres tan insignes como Santos Degollado que fue inhumado en junio
de 1861 en el Panteón Británico, tierra extranjera por ficción de ley.
Recordamos el caso de Mr. Voltaire que
fue enterrado casi suprepticiamente, fuera de París en Sellieres, “Donde su
sobrino era abate”. De aquel día data la facultad inmanente de que la tierra
pródiga de nuestro país pueda recoger los restos de quienes por ella se
sacrificaron. Intención, contenido y expresión claramente masónicos en el
espíritu de esta ley.
Hubo aún otra, la quinta, explosiva,
fechada el 4 de diciembre de 1860 en Veracruz, a cuyo tenor se decreta LA LIBERTAD DE CULTOS. Gran revuelo.
Abierta oposición clerical. Todo obstáculo empero fue vencido. Se extinguió el
derecho de asilo en los templos. El sacrilegio dejó de ser conceptuado como
delito. Se prohibió toda solemnidad religiosa fuera de los templos. Como
corolario de esta Legislación se mandó retirar la legación de México acreditada
ante la Santa Sede, hecho acontecido el 3 de agosto de 1859. El gobierno
juarista ordenó la salida de monseñor Clementi, delegado papal en México. Jamás
antes ni después fueron más tensas las relaciones entre el México juarista y el
pontificado.
Esta obra fue coronada con las leyes
de instrucción pública, ya que Juárez continua con su acción reformista y el 15
de julio de 1967 expide la Ley de Instrucción Pública, laica y gratuita y a la
vez obligatoria con lo que arrancó al clero el monopolio de la educación y dio
pauta para que posteriormente, esos postulados fueran incluidos en el Art. 3º
Constitucional en la Carta Magna de 1917.
En la Carta Magna de 1857, se
plasmaron derechos a la vida, a la salud, a la libertad, ésta en sus varias
concepciones: libertad de expresión; de creencia; de reunión; de viajar; de
escribir; de pensar; el derecho a la propiedad y el derecho a la seguridad, de
imprenta; se crea el Registro Civil; se prohíben los monopolios, la esclavitud
y los trabajos forzados estableciéndose en tal Cuerpo de Leyes la soberanía
nacional, la división de poderes, la democracia, todo ello bajo el espíritu
claro del liberalismo, todas tesis emanadas y coincidentes del pensamiento
masónico universal.
Las Leyes de Reforma fueron
incorporadas a la Constitución de 1857 el 25 de septiembre de 1873, siendo
Presidente de la República Don Sebastián Lerdo de Tejada.
De Benito Juárez, puede afirmarse, que
cumplió con honor el oficio de ser hombre. Su vocación de mexicano y de
patriota, no registró claudicaciones ni extravíos. Lo que concibió lo ejecutó.
En efecto sus virtudes de político, de estadista y de patriota, inundan de
claridad los campos nacionales.
Juárez,
el político
no ve el paso, trabaja mirando el porvenir; a su lado colaboran los mejores y a
su sombra nace una de las generaciones más brillantes de México; los hombres de
la Reforma.
En política, la verdad es su arma, su
escuela es de honradez y su conducta de austeridad. En horas decisivas para la
Patria, en el triunfo o en la derrota, en todas las circunstancias no aceptó el
ejercicio del poder al margen de la ley y de las instituciones; antepuso
siempre su vocación de servir a México.
Juárez,
el estadista,
postuló el orden dentro de la Ley, la paz basada en la justicia y la
convivencia entre las naciones reguladas por el derecho. Afirmó, además, la
organización del Estado con intervención de los ciudadanos, no se apartó del
interés nacional; en la formulación de las leyes, estuvo siempre al lado de su
pueblo como constructor voluntario de la democracia y nunca abandono la causa
de la República.
Juárez
el Patriota,
hizo de México el culto mayor de su existencia, y su pueblo lo hizo el héroe
máximo de toda nuestra historia.
La separación del Estado y las
Iglesias no era el fruto de la pasión sectaria. Los buenos creyentes, aquellos
que no confunden los fines de la religión con los apetitos de sus malos
ministros, así lo reconocieron.
Respondía cabalmente al pensamiento: "La Iglesia libre dentro del Estado
Libre". El Gobierno se convirtió en el poder civil auténtico, cuya
misión especial radica en la protección de todos los individuos, en el fomento
del progreso, de la comunidad y en la observancia estricta del derecho.
Para unos y otros, como para los
hombres de la Reforma, que fueron en su mayoría, creyentes irreprochables, la
religión es inviolable en el sagrario de los templos y en la intimidad de las
conciencias; pero cuando se le corrompe para convertirla en querellas
políticas, la ley, por su propio prestigio, debe hacer que retorne a sus
dominios.
Ha existido entre el Estado y la
Iglesia, una controversia eterna. En todos los eventos de la historia de
nuestro país, desde la Independencia de 1810, se nos muestra que una constante
lucha entre el clero político, dirigido desde el Vaticano y el Estado Mexicano.
Recordemos que el Vaticano condenó la
Independencia; combatió la Reforma propiciando la intervención francesa y la
imposición de un imperio; y finalmente combatió a la Revolución y al producto
más importante de ésta, la Constitución de 1917.
Este conflicto, tuvo su origen cuando
el gobierno del presidente Benito Juárez promulgó las Leyes de Reforma para
institucionalizar la separación de poderes y fortalecer al Estado Mexicano.
Recuérdese que "la
cristiada" se levantó en armas contra la Constitución de 1917 proponiendo
la llamada "Constitución de los Cristeros", que buscaba volver al
orden político del virreinato.
Más de un siglo de la historia de
nuestro país estuvo marcado por las difíciles relaciones entre la Iglesia
Católica y el Estado. De este episodio los años más álgidos fueron, sin duda,
los de 1926-1929. La guerra cristera, como todo conflicto bélico, tuvo un
periodo de gestación y otro de conclusión que rebasa con mucho los años del
levantamiento armado.
En 1926, las hostilidades entre la
iglesia y el estado llegan a su punto de ruptura. El enfrentamiento pospuesto
desde las leyes de reforma lleva, en estos años de luchas intensas
postrevolucionarias, a una de las rebeliones más controvertidas de la historia
de México: el conflicto religioso o Guerra Cristera, bajo el grito de Viva
Cristo Rey.
Una tensa conciliación entre la
iglesia y el estado se había mantenido a partir de la promulgación de la
constitución de 1917. La iglesia había recuperado el poder espiritual perdido
durante la guerra de reforma y ejercía mayor influencia.
La iglesia católica reafirma su
posición de modificar los artículos 3°, 5°, 24°, 27° y 130° de la Constitución
de la República. El gobierno reforma el código penal sobre delitos del fuero
común y delitos contra la federación en materia de culto religioso y disciplina
externa, en el cual se establecen sanciones penales a las infracciones que se
hagan al artículo 130° constitucional; esta ley es conocida como "ley
Calles".
La ley Calles entraría en vigencia el
31 de julio de 1926, y todos los sacerdotes deberían registrarse en
gobernación, la iglesia consulta con la santa sede en Roma para llevar a cabo
la suspensión de cultos en las iglesias el mismo 31 de julio. El Papa aprueba
las medidas propuestas por el episcopado mexicano y se ordena no respetar el
nuevo marco constitucional existente para todos los mexicanos. Al conocer las
intenciones de los sacerdotes católicos, el estado ordena que las iglesias sean
cerradas e inventariadas en los casos que se suspenda el culto religioso.
La guerra cristera fue una lucha
fratricida que alcanzó a cubrir tres cuartas partes del territorio nacional con
cincuenta mil creyentes fanatizados e impulsados por el sacerdocio, levantados
en armas.
La resolución formal del conflicto se
dio entre el gobierno de Emilio Portes Gil y, por parte del Episcopado
Mexicano, el obispo Pascual Díaz y el arzobispo Ruiz y Flores en junio de 1929,
después de las negociaciones, con la mediación del embajador de Estados Unidos,
Dwight D. Morrow, se estableció un acuerdo de paz que suponía la no aplicación
de las disposiciones legales emanadas bajo el régimen de Plutarco Elías Calles,
pero sin abrogarlas. Cuando los cristeros que habían tomado las armas aceptaron
deponerlas ante la reanudación de las actividades de culto, se puso fin a la
llamada guerra cristera.
Para la Iglesia, si bien los cultos
habían sido nuevamente abiertos a raíz de los acuerdos, en tanto que el estado
se desentendía de aplicar la legislación que había causado tanto conflicto,
existía un nuevo problema al cual volcó sus energías, denunciando lo que
consideraba un atentado a los preceptos y la moral católicos: la educación
socialista.
En los boletines parroquiales de las
décadas de los años treinta y cuarenta hay críticas exacerbadas con respecto a
la educación que imparte el Estado a través de las escuelas oficiales, a la
cual consideran ateizante y de ideas comunistas.
Algunos de los sacerdotes de las
parroquias de los pueblos amenazaban con excomulgar a quienes mandaran a sus
hijos a estudiar en las escuelas de gobierno, en tanto que a los padres de
familias católicas se les amenazaba con la prisión si enviaban a sus hijos a
las escuelas parroquiales. Como puede observarse, el conflicto seguía latente a
través de otras instancias.
Aunque durante las décadas siguientes
la lucha armada había dejado de ser una opción, las diferencias entre ambas
instituciones no se habían resuelto y las asperezas en su relación continuaron
latentes. Ambas, Iglesia y Estado, mantuvieron un profundo silencio con respecto
al conflicto y, por supuesto, tampoco contemplaron hacer un balance sensato de
su actuación en el periodo. Tal vez con
ello se pretendía borrar de la memoria colectiva este episodio vergonzoso y así
exculparse, ambos, de su responsabilidad frente a la historia.
Al pasar los años con la visita al
Vaticano de Luis Echeverría Alvarez en los últimos días de su mandato,
recordemos que buscaba un cargo en la ONU, dejo sentadas las bases para que en
el gobierno de José López Portillo, el Papa Juan Pablo ll, llegara a nuestro
país, y así reiniciaran nuevas estrategias para socavar al gobierno mexicano.
Fue hasta 1988 con el acercamiento salinista con el Vaticano, cuando las
relaciones diplomáticas entre ambos Estados toman un nuevo giro que pretende
subsanar sus diferencias.
La reforma al artículo 130
constitucional, que otorga personalidad jurídica a la Iglesia (reforma que fue
pensada en relación con la Iglesia Católica y que necesariamente hubo de
ampliarse a las demás denominaciones) marcó el inicio de una nueva etapa.
A muchos sorprendió la presencia de
altos prelados católicos en la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari
como presidente de los Estados Unidos Mexicanos en 1988, pero esta invitación
era el anuncio de los cambios que el nuevo régimen intentaba y que culminó con
la reforma de 1992.
En este nuevo contexto la jerarquía de
la Iglesia Católica inicia el proceso de canonización de los mártires de la
guerra cristera, que culminó en mayo del 2000. Estos procesos de canonización
pueden interpretarse como una respuesta de la jerarquía a un problema no
resuelto; problema que sigue estando presente en la conciencia histórica con
muchas implicaciones que causan confusión, crisis de conciencia, dificultades
en la integración de la identidad cultural, falta de credibilidad en la
institución y la búsqueda cada vez mayor de nuevas opciones religiosas.
Aquí resulta oportuno meditar un poco
sobre la incalificable actitud, de quienes, olvidando las lecciones terribles
de la historia, pretenden revivir un pasado, agitando de nuevo las conciencias
con un problema resuelto. Identificar o confundir la religión con la política,
es una trampa innoble, montada contra la ingenuidad y la sencillez. No creemos
en ella los buenos ciudadanos, ni creerán tampoco los buenos religiosos.
Actualmente, por doquier aparecen
signos y eventos de nuevos intentos de dominio de la Jerarquía Católica,
encabezados por el propio Norberto Rivera Carrera y Juan Sandoval Iñiguez y
grupos de la ultraderecha mexicana como: El Yunke, Vertebra, Pro-Vida,
Conciencia Ciudadana, la Unión Nacional de Padres de Familia, Alianza Cívica,
el Centro Nacional de Comunicación Social, las Universidades proclives a la
religión, Caballeros de Colón, Opus Dei, Legionarios de Cristo, Desarrollo
Humano Integral, A.C., etc.
Ante esta peligrosa situación de reto
de las fuerzas más negativas, oscurantistas y fanáticas, debemos unirnos los
mexicanos patriotas en todas las actividades para defender a nuestra Patria, de
la ofensiva de la derecha antinacional, para evitar una guerra civil que
tendría consecuencias catastróficas para el futuro mediato e inmediato de
nuestro país.
Abrir la puerta, como se ha hecho, a
la intervención del Vaticano y de la jerarquía eclesiástica en la vida política
del país, en este período de profunda crisis como la que vivimos, es un grave
error porque el alto clero de la iglesia católica, como organización política
que es, se halla empeñada en una nueva evangelización, similar a la de la
conquista, que le permita recuperar la influencia perdida, aliándose, como lo
ha hecho cuando así ha convenido a sus intereses, con las fuerzas reaccionarias
y antipatrióticas para impedir la transformación progresiva y fortalecimiento
de nuestra Patria.
De los mexicanos y solo de nosotros,
dependerá que nuestra nación pueda algún día ser realmente libre e
independiente, ojala vivamos para verlo, y si no nuestros hijos o los hijos de
nuestros hijos, pero créame que un día será; para ella debemos prepararnos,
educarnos, desfanatizarnos y luchar con las armas del derecho y la razón.
Existen fuerzas semiocultas que desean establecer en México una Religión de
Estado. Advertidos estamos quienes pretendemos ser libres y pensamos en el
laicismo como una forma de vida.
Esto viene a colación, pues el 15 de
Diciembre del 2011, en el antepenúltimo punto de la Orden del Día -El último punto era Clausura de la Sesión-
la Cámara de Diputados, sin considerar a la totalidad de los integrantes de la
Comisión de Puntos Constitucionales se discutieron reformas al artículo 24
constitucional para permitir que los actos de culto religioso puedan
practicarse de manera colectiva en público sin aviso a la autoridad, reformas
que no responden a un reclamo popular o a las necesidades sociales de los
mexicanos, quienes desde hace muchos años viven su religiosidad sin problemas,
sobre todo después de las reformas de 1992 a los artículos 3, 5, 24, 27 y 130
constitucionales.
El pretexto o argumento de la
modificación fue que se requiere alinear el texto con los Tratados
Internacionales y el respeto a los derechos humanos en ellos incluidos; como el
Pacto de San José, que data del año de 1969 y ratificado por México en 1982,
pero haciendo reserva de lo relativo a las relaciones Iglesias-Estado, es decir
que lo de los Tratados es solo un pretexto.
Afortunadamente la intervención de los
Diputados, Felipe Solís Acero, del PRI, de Jaime Cárdenas y Fernández Noroña,
del PT y Enoe Margarita Uranga Muñoz del PRD, lograron que en el pleno, medio
se corrigiera el absurdo ataque al Estado Laico, sin embargo, con 199 votos a
favor fue aprobado y turnado a la Cámara de Senadores para su Revisión,
Modificación o Autorización correspondiente, como lo establece el
procedimiento; La Cámara de Senadores dio inicio al Segundo Periodo Ordinario
de Sesiones el día primero de este mes.
Los Liberales señalamos:
¡NO A LA REFORMA AL ARTÍCULO 24 CONSTITUCIONAL¡
Y SI, A LA REFORMA AL
ARTÍCULO 40 CONSTITUCIONAL
Aprobar la iniciativa de reforma para
adicionar al artículo 40 constitucional, mediante la cual se incorpore la
palabra “Laica”, a las bases de la forma de gobierno como una República
Representativa, Democrática, Federal y Laica, con lo que evitaran una virtual
regresión a un Estado confesional, y a etapas oscurantistas ya superadas en
nuestro país.
Recordemos todos, aquellas palabras
que sentencian “Los hombres y los pueblos que olvidan su historia, para bien o
para mal están condenados a repetirla”. Tengamos en mente esto, y ojala la
discusión de este asunto se realice después de las Elecciones, porque de no ser
así, corremos el riesgo de que los pulpitos y las homilías, se conviertan en
escenarios de lucha política y partidista.
Ante esta peligrosa situación de reto
de las fuerzas más negativas, oscurantistas y fanáticas, debemos unirnos los
mexicanos patriotas en todas las actividades para defender a nuestra Patria.
En el ideario juarista está, sin la
menor duda, la esencia de nuestro ser como liberales. Sus principios debemos
aprenderlos; pero sobre todo, debemos aplicarlos; trabajar por nuestra
perfección, tener a la educación como una forma de superar los vicios y
practicar la virtud; olvidarnos de las “voluntades caprichosas” y hacer valer
la razón; debemos fortalecer la democracia, olvidando los “intereses de
camarillas” y dándole, como al César, a cada quien lo suyo.
Pero sobre todo, no debemos olvidar,
que la historia tiene un juicio y este es consecuencia de nuestros hechos y
actitudes; de tal suerte que, si pretendemos que sea positivo, debemos luchar
porque las razones y principios Juaristas sean las que normen las acciones del
gobernante ante la sociedad.
Quiero terminar, con unas palabras de
Juárez, que aunque se aplicaron en las relaciones de México con las Naciones,
por analogía, lo pudiésemos aplicar al interior de nuestro país, en la
situación actual:
“Que el
enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no
debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por
la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se
apodera de algún punto de nuestro territorio, y por nuestra debilidad no
podemos arrojarlo, de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho, para que las
generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una
fuerza superior; pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos, privándolos de un
buen derecho, que más valientes, más patriotas y más sufridos que nosotros lo
harían valer y sabrían reivindicarlo algún día.”
Esto
viene a colación por las acciones contrarias al estado laico, que viene
realizando el Congreso de la Unión. Toman así, más interés las elecciones de
los legisladores, SEPAMOS seleccionar….Estemos atentos. Viva Juárez…..Juárez Vive.
Lic. Miguel García
Mejía
Colegio Coordinador
IDEARIO DE DON BENITO
JUAREZ GARCIA.
* Dios y la sociedad nos han colocado
en estos puestos para hacer la felicidad de los pueblos y para evitar el mal
que les pueda sobrevenir. Juramentos muy solemnes nos obligan a obrar así.
Cumplamos, pues, con este deber sagrado, defendiendo las instituciones
federativas, que garantizan nuestras libertades.
* Una mirada de compasión para esos
desgraciados será un atributo a la justicia y una prueba irrefragable de que el
Estado cuida de enjugar las lágrimas de las familias de sus buenos y leales
servidores.
* Persuadido de que la instrucción
pública es el fundamento de la felicidad social, el principio en que descansan
la libertad y el engrandecimiento de los pueblos.
* Los déspotas aborrecen la luz y la
verdad.
* El gobierno vela por el reposo
público y cada día se siente más fuerte y vigoroso para reprimir con mano
fuerte a los tenaces enemigos de la ilustración y de la paz.
* El gobernante no es el hombre que
goza y que se prepara un porvenir de dicha y de ventura; es, sí, el primero en
el sufrimiento y en el trabajo, y la primera víctima que los opresores del
pueblo tienen señalada para el sacrificio.
* Persuadido de que la misión del
gobierno republicano es proteger al hombre en el libre desarrollo de sus
facultades físicas y morales, sin más límite que los derechos de otro hombre,
cuidaré muy escrupulosamente de que se conserven intactas las garantías
individuales, evitando que un hombre, una facción o una clase oprima al resto
de la sociedad, y reprimiendo con mano fuerte a cualquiera que atente contra el
derecho ajeno. Sólo el criminal, el que turbe la paz pública será castigado con
toda la severidad que quieren las leyes.
* La traición y la perfidia
desgarraron la Constitución de la República, disolviendo la representación
nacional y la de los Estados, cesó el reinado de la legalidad y del orden, y la
anarquía y el despotismo consumaron excesos y desgracias que deshonran nuestra
historia.
* De aquí nacieron las leyes de
reforma, la nacionalización de los bienes de manos muertas, la libertad de cultos,
la independencia absoluta de las potestades civil y espiritual, la
secularización, por decirlo así, de la sociedad, cuya marcha estaba detenida
por una bastarda alianza en que se profanaba el nombre de Dios y se ultrajaba
la dignidad humana.
* Al mando de hombres tan cubiertos de
crímenes, que era imposible entrar con ellos en trasacción o avenimiento sin
degradar la dignidad de la República, y sin herir de muerte los principios de
justicia y de moralidad.
* No me permitiré un solo acto que
conculque derechos legítimos pero seré severo e inexorable con los
transgresores de la ley y con los perturbadores de la paz pública.
* Las dificultades administrativas me
son demasiado conocidas, y se cuánto trabajo y cuántos afanes son necesarios,
no ya para vencerlas, sino aun para afrontarlas.
* El actual encargado del Ejecutivo, a
quien cupo el honor de empuñar el timón en los días de verdadera borrasca,
declara solemnemente que su fe en llevar a buen puerto la Reforma y la
Constitución, no ha flaqueado ni un instante con las dificultades de la
situación y que seguirá afrontándolas con ayuda de la nación y de sus legítimos
representantes.
* Al retiraros habéis concedido al
Ejecutivo todas las facultades que necesita para hacer frente al peligro que
nos amenaza.
* Siente tanto temor, al aceptarlas,
como el deseo de devolverlas al poder soberano de que derivan.
Y que antes que con el poder de las
armas, el peligro se conjure con un arreglo justo y equitativo, compatible con
el honor y dignidad de la nación.
El gobierno empleará toda la energía
que inspira el amor de la patria y la conciencia del deber, para impulsar al
país a defender su revolución y su independencia, teniendo como seguridades de
buen suceso, la justicia de nuestra causa y el patriotismo que en todos los
pueblos de la República se ha avivado al sólo anuncio de que puede peligrar la
independencia de la patria.
* El gobierno no ha hecho más que
aplicar su norma constante de conducta en las relaciones internacionales:
encerrarse en los límites de una prudente moderación, abstenerse de todo acto
agresivo y prepararse a repeler la fuerza con la fuerza. Por azarosa que sea la
lucha a que el país es provocado, el gobierno sabe que las naciones tienen que
luchar hasta salvarse, o sucumbir cuando se intenta ponerlas fuera de la ley
común y arrancarles el derecho de existir por sí mismas y de regirse por
voluntad propia.
El golpe que contra ella se asesta,
heriría no sólo a una nación, sino a todo un continente.
Dado pruebas de abnegación y de cordura,
sin más mira que la salvación de la independencia, de las instituciones y de la
honra de la República.
Los caudillos que guiaron al pueblo
para conquistar la libertad y la Reforma, lo guían ahora para defender la
independencia y la soberanía de México.
* El gobierno protesta ante vosotros y
ante el mundo, perseverar en la contienda, defender palmo a palmo el territorio
de la República y sucumbir primero que pasar por la mengua o el vilipendio del
generoso y esforzado pueblo mexicano.
* De los países de América, México
recibe continuas pruebas de simpatía, y puede decirse que todo el continente se
siente amenazado por la injusta agresión que nosotros tenemos que rechazar.
¡Plegue a Dios que el triunfo de México sirva para asegurar la independencia y
respetabilidad de las repúblicas hermanas!
* El orgulloso enemigo que se había
lisonjeado de arruinar nuestras hermosas instituciones al ruido sólo de sus
armas, ha venido a presenciar el espectáculo imponente de un pueblo celoso de
su autonomía y de sus libertades, que agitándose todo entero, lleno de
animación y de vida, manda sus valientes legiones al teatro de la guerra y hace
con una regularidad perfecta las numerosas elecciones de sus representantes.
* Creyéndolo alguno débil porque
procede con indulgencia, persiste en sus intentos, procederé con toda la
energía que dan la fuerza y la opinión, contra todo el que, olvidándose de sus
deberes, pretenda subvertir la tranquilidad social.
* Un poco de energía, una ciega
sumisión a la justicia, la proclamación y respeto de los verdaderos derechos,
volverán a la República la paz, no el sosiego; el espíritu de adelanto, no la
sujeción servil; el reinado de la ley, no la aristrocracia ridícula de nuestros
vanos y mentidos redentores; el amor a Dios y al prójimo, no las hipócritas
simulaciones de prácticas sin verdad ni sentimientos.
* ¡Levantaos, y la explotación infame
de los muchos para beneficio de unos cuantos, quedará destruida! ¡Levantaos, y
la libertad y su condición indispensable, el orden, se volverán entre nosotros
una verdad tan fecunda como lo ha sido en todos los pueblos que marchan en su
senda, y el hombre se volverá el querido hermano del hombre, y en la naturaleza
bruta continuarán las creaciones del arte, y los pueblos todos de la tierra
envidiarán, en vez de compadecer despreciativamente, nuestra suerte!
* ¡Mexicanos! Inmesos sacrificios han
santificado la libertad en esta nación. Sed tan grandes en la paz como lo
fuisteis en la guerra que llevásteis a un término tan feliz, y la República se
salvará.
El gobierno de la República cumplirá
el deber de defender la independencia, de rechazar la agresión extranjera, y
aceptar la lucha a que es provocado, contando con el esfuerzo unánime de los
mexicanos, y con que tarde o temprano triunfa la causa del buen derecho y de la
justicia.
Creedme, compatriotas: bastarán
vuestro valor, vuestra perseverancia, vuestros sentimientos republicanos,
vuestra firmísima unión en torno del gobierno que elegísteis como depositario
de vuestra confianza, de vuestro poder y de vuestro glorioso pabellón, para que
hagáis morder el polvo a vuestros injustos y pérfidos enemigos. Olvidad
vuestras querellas: poned a un lado vuestras aspiraciones, sean o no
razonables, si por causa de ellas os sentís menos resueltos y determinados a la
defensa de la patria, porque contra ésta nunca tendremos razón. ¡Unámonos,
pues, y no excusemos sacrificios para salvar nuestra independencia y nuestra
libertad, esos grandes bienes sin los cuales todos los demás son tristes y
vergonzosos! ¡unámonos y nos libraremos! ¡unámonos y haremos que todas las
naciones bendigan y exalten el nombre de México!
* LIBRE, y para mí muy sagrado, el
derecho de pensar.
* Si como hombre público pudiera hacer
lo mismo que como particular, yo callaría resignándome a lamentar en lo privado
las desgracias de mi patria. Pero no es así: los crímenes cometidos en el
Estado, los atentados contra la moral reclaman del gobierno las medidas que
caben en sus atribuciones, para que los primeros no queden impunes y para que
el poder de la segunda se restablezca y consolide.
* Un sistema democrático y
eminentemente liberal, como el que nos rige, tiene por base esencial la
observancia estricta de la ley. Ni el capricho de un hombre solo, ni el interés
de ciertas clases de sociedad, forman su esencia. Bajo un principio noble y
sagrado él otorga la más perfecta libertad, a la vez que reprime y castiga el
libertinaje. El concede derechos e impone obligaciones, que no sabe dispensar;
por consiguiente está lejos de comprenderlo cualquier ciudadano que se crea
protegido por él para faltar a su deber o barrenar la ley. El puntual
cumplimiento del primero y el más profundo respeto y observancia de la segunda,
forman el carácter del verdadero liberal, del mejor republicano. Es por tanto
evidente, que a nombre de la libertad jamás es lícito cometer el menor abuso.
* Formar a la mujer con todas las
recomendaciones que exige su necesaria y elevada misión, es formar el germen
fecundo de regeneración y mejora social. Por esto es, que su educación, jamás
debe descuidarse.
* Odian el sistema federal, porque no
alcanzan a comprender su ingenioso mecanismo, o porque este sistema creado para
los de la ley y de los principios, no se presta a justificar los avances de los
que quieren gobernar a los mexicanos con una voluntad despótica.
* Es necesario considerar, que cuando
una sociedad, como la nuestra, ha tenido la desgracia de pasar por una larga
serie de años de revueltas intestinas, se ve plagada de vicios, cuyas raíces
profundas no pueden extirparse en un sólo día, ni con una sola medida. Se
necesita de tiempo para preparar los elementos con que se pueden reorganizar
los diversos ramos de la sociedad; se necesita de constancia para no
desperdiciar esos elementos, a fin de llevar a cabo la obra comenzada; se
necesita de firmeza para ir venciendo las resistencias que naturalmente imponen
aquellos que han saboreado los frutos de la licencia y de los abusos; y se
necesita de una grande capacidad para elegir y aplicar con la debida
oportunidad los medios a propósito, que satisfagan, las exigencias del cuerpo
social, sin exasperar sus males.
* Una causa (la liberal) que es la de
mi corazón y mi conciencia.
* La democracia es el destino de la
humanidad futura; la libertad, su indestructible arma; la perfección posible,
el fin donde se dirige.
* Yo no reconozco otra fuente de poder
más que la opinión pública.
* No deshonra a un hombre equivocarse.
Lo que deshonra es la perversidad en el error.
* Que el enemigo nos venza y nos robe,
si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado
entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los
Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro
territorio, y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo, de él, dejemos
siquiera vivo nuestro derecho, para que las generaciones que nos sucedan lo
recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior; pero sería
pésimo desarmar a nuestros hijos, privándolos de un buen derecho, que más
valientes, más patriotas y más sufridos que nosotros lo harían valer y sabrían
reivindicarlo algún día.
* La emisión de las ideas por la
prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar.
* Los hijos de los ricos no se avienen
con la vida miserable del pobre.
* Nada con la fuerza: todo con el
derecho y la razón: se conseguirá la práctica de este principio con sólo
respetar el derecho ajeno.
* La responsabilidad de los gobiernos
sólo puede fundarse en la impartición absoluta de justicia.
* La instrucción es la primera base de
la prosperidad de un pueblo, a la vez que el medio más seguro de hacer
imposibles los abusos del poder.
* Lo cierto es que mis enemigos no
tienen razón para serlo. Si algún mal causo a los traidores es por error de
entendimiento y no por deliberada voluntad. No es mi fuerte la venganza.
* Todo lo que México no haga por sí
mismo para ser libre, no debe esperar, ni conviene que espere que otros
gobiernos u otras naciones hagan por él.
* Los ricos y los poderosos ni
sienten, ni menos procuran remediar las degracias de los pobres. Aquéllos se
temen y se respetan, y no son capaces de romper lanzas por las querellas de los
débiles ni por las injusticias que sobre ellas se ejerzan.
* Como hijo del pueblo, nunca podría
yo olvidar que mi único título es su voluntad, y que mi único fin debe ser
siempre su mayor bien y prosperidad.
* La ley que ha sido siempre mi espada
y mi escudo.
* En los gobiernos representativos las
interpretaciones del cuerpo legislativo son frecuentes y ordinarias porque son
de esencia de la Institución y no importan un ataque a la persona del jefe del
Estado.
* La respetabilidad del gobernante le
viene de la ley de un recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares
propios sólo para los reyes de teatro.
* Los gobernadores de la sociedad
civil no deben asistir como tales a ninguna ceremonia eclesiástica, si bien
como hombres pueden ir a los templos a practicar los actos de devoción que su
religión les dicte.
* El pueblo que quiere ser libre lo
será. Hidalgo enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil cuando
gobiernan contra la voluntad de los pueblos.
* La instrucción es el fundamento de
la felicidad social, el principio en que descansan la libertad y el
engrandecimiento de los pueblos.
* La libertad civil y religiosa es una
de las bases de nuestras instituciones.
* Deseamos que la ilustración, las
ciencias, las artes y el amor al trabajo se aclimaten en nuestro país. Por eso
abrimos nuestras puertas y damos hospitalidad al extranjero sin preguntar quién
es, de dónde viene, qué religión profesa ni cuál su origen.
* La educación del pueblo es una de
las primeras atenciones de todo gobierno. Sin escuelas jamás podrá nuestro
pueblo tener el conocimiento de sus deberes y la apreciación de sus derechos.
* Las naciones tienen que luchar hasta
salvarse o sucumbir, cuando se intenta ponerlas fuera de la ley común y
arrancarles el derecho de existir por sí mismas y regirse por voluntad propia.
* México, un pueblo tan libre, tan
soberano, tan independiente, como los más poderosos de la Tierra.
* México vive. Un pueblo no sucumbe al
capricho del poderoso, si defiende la causa de la justicia, de la civilización
y de la humanidad.
* La independencia y la libertad, dos
grandes bienes, sin los cuales todos los demás son tristes y vergonzosos.
* La defensa de la Patria y de la
libertad es un deber imprescindible: importa la defensa de nuestra propia
dignidad, del honor y dignidad de nuestras esposas y de nuestros hijos, del
honor y dignidad de todos los hombres.
* El Gobierno no tiene memoria, sino
para el bien. Defensor de los derechos de los mexicanos todos, no quiere sino
su ingreso al seno de las leyes. Paladín de todas las libertades, la del
pensamiento y la de la opinión, aun sus enemigos han tenido garantías; el culto
y las creencias han hecho uso de la independencia de la ley y se ha visto en
toda su elevación el sentimiento religioso... No podía ser de otra manera: la
causa del gobierno nacional es la de todos los mexicanos y, por los principios
que sostiene, es la de todos los hombres, sin distinción de nacionalidades y
colores.
* No es sólo la fuerza de las armas la
que necesitamos. Necesitamos de otra más eficaz: la fuerza moral, que debemos
robustecer, procurando al pueblo mejoras positivas, goces y comodidades.
* Los hombres no son nada; los
principios lo son todo.
* La vida de un hombre nada significa
cuando están de por medio la suerte y los intereses de un pueblo.
* El hombre que carece de lo preciso
para alimentar a su familia, ve la instrucción de sus hijos como un bien muy
remoto, o como un obstáculo para conseguir el sustento diario. En vez de
destinarlos a la escuela, se sirve de ellos para el cuidado de la casa o para
alquilar su débil trabajo personal, con que poder aliviar un tanto el peso de
la miseria que lo agobia. Si ese hombre tuviera algunas comodidades; si su
trabajo diario le produjera alguna utilidad, él cuidaría de que sus hijos se
educasen y recibiesen una instrucción sólida en cualquiera de los ramos del
saber humano. El deseo de saber y de ilustrarse es innato en el corazón del
hombre. Quítensele las trabas que la miseria y el despotismo le imponen, y él
se ilustrará naturalmente, aun cuando no se le dé una protección directa.
* Hijo del pueblo, yo no lo olvidaré;
por el contrario, sostendré sus derechos, cuidaré de que se ilustre, se
engrandezca y se críe un porvenir, y que abandone la carrera del desorden, de
los vicios y de la miseria, a que lo han conducido los hombres que sólo con sus
palabras se dicen sus amigos y sus libertadores; pero que con sus hechos son
sus más crueles tiranos.
* Contra la Patria nunca tendremos
razón.
* Quisiera que se me juzgara no por
mis dichos, sino por mis hechos. Mis dichos son hechos.
LIC. BENITO JUÁREZ GARCÍA.
El
sol y la Tierra obedeciendo a las leyes inmutables de la naturaleza, en su
relación cósmica han creado las condiciones necesarias para que hoy, al iniciarse
la primavera en el hemisferio norte; armonizada con el canto de las aves la
vida renazca, y la madre tierra torne a engalanarse con mantos de esperanza
tejidos de hojas nuevas y de brillantes corolas.
Bajo un marco natural como el de este
día, dispuso el Gran Hacedor del Universo que hace 197 primaveras, fuera
recibido a la vida Benito Pablo Juárez García; teniendo como su madrina a la
más solemne pobreza, y como trompetas mensajeras de su nacimiento a los ecos
profundos de la sierra oaxaqueña.
Y
allí en San pablo de Guelatao, como si el mundo fuera una ruleta y ése el punto
donde se clavara un dardo señalando el lugar para la realización de un gran
prodigio; Juárez recibía la luz del sol de sus ancestros, y el oxígeno
primaveral de la Sierra de Ixtlán para llenar por vez primera sus pulmones y
estallar en llanto, que a la vez que signo de vida naciente, era grito de
protesta y presagio de las glorias futuras de la Patria.
Y
en ese momento grandioso, mientras la tierra recibía el soplo mágico de la primavera,
México recibía la promesa alentadora de una vida fecunda; que en 66 años de
fructífera existencia marcó en las páginas doradas de la historia, toda una
época de hechos de trascendencia universal.
Pues
modelado en el barro ancestral de la raza zapoteca, surgía Juárez, encendiendo
una flama cuya luz fulgura perenne, iluminando la senda por donde con paso
firme y seguro, avanza la Patria hacia el cumplimiento de sus más altos
destinos; y su pensamiento es luz de libertad que atraviesa las dimensiones del
tiempo, proyectándolo hacia la inmortalidad.
De
manera similar al oscuro carbón de las ignotas profundidades de la tierra, que
sometido a largos procesos naturales se transforma en el preciado diamante; así
Juárez, habiendo brotado de los estratos ignorados de su tiempo, al golpe
constante del cincel y del martillo de la vida, logra conformar el nombre y el
prestigio que le permiten brillar con intensas magnitudes, en la Historia de
México y del mundo.
Desde
sus primeros años ha de revelar la grandeza de que estaba hecho; y ha de ser
ejemplo vivo de que el carácter firme y consistente de los hombres, encuentra
yunque y fragua en la adversidad; a la que sólo sobreviven los poseedores de
virtudes especiales y de una fuerza de voluntad inquebrantable, que les impide
sucumbir ante el embate de las dificultades.
Por
eso, como si se apegara al esquema de un plan trazado por una voluntad
superior, avanzó siempre decidido y sin titubeos; y con esa determinación
propia de los predestinados, logró vencer desde niño los obstáculos que
representaban su corta edad, la miseria, la orfandad, las distancias y el
desconocimiento del idioma castellano.
En
consecuencia, cuando la mirada transparente de los niños y los jóvenes de
nuestros días, escudriñe el horizonte en busca de un ejemplo para guiar sus
pasos, emergerá indiscutible y titánica la figura de Juárez, señalando la ruta
infalible que los llevará a conquistar perfiles de honor y de grandeza.
Y
he aquí el ejemplo más cercano a la realidad de la niñez y de la juventud actual,
el de Juárez como estudiante; que nos deja una lección de tenacidad y
persistencia, pues derribando las barreras levantadas por el prejuicio de la
época que remarcaba como estigma el hecho de ser indígena de raza pura; crea
sus propias circunstancias, lucha decidido y trabaja de manera incansable sin
que ningún escollo de los que tuvo que sortear, lograra desviarlo de sus metas
de superación; que con estudio, responsabilidad y dedicación, le permitieran a
los 28 años de edad conquistar el título de Licenciado en Derecho; profesión
que cual espada de luz, esgrimiera en las tareas que para consolidar el futuro
de la Patria a él le fueran reservadas.
En
Juárez se sintetizan las experiencias colectivas de toda una época; y en cada
una de las facetas de su vida germina la dignidad de un ejemplo; de un ejemplo
que trasciende más allá de su autorrealización como individuo; pues no sólo es
espectador del paso arrollador de la historia de su tiempo; sino que con sus
actos la construye, y con sus ideas le da sentido y significación; despertando
la convicción de que México no es un pueblo a la deriva ni huérfano de rumbos;
si los caminos están trazados basta para recorrerlos seguir la huella inmortal
de Juárez, ya que su ejemplo no es letra muerta sepultada en las páginas
polvosas del olvido. Es savia que nutre la permanencia de nuestras
instituciones; es consistencia que da fortaleza a nuestra soberanía; es energía
que palpita en la vida cotidiana de la Patria, y en el esfuerzo constructivo de
sus hombres y mujeres.
Porque
Juárez no permite que un solo instante de su vida aparezca vacío de acciones y
de empeños, encaminados hacia el bien de su querida Patria.
Y
sólo encuentra sentido a su existencia en el ímpetu constructivo de su hacer, para
y por el México futuro; concebido a la luz del pensamiento liberal con que
se tiñe el torrente ideológico, cuya fuerza derrumba y arrastra lo caduco de
una época; al propio tiempo que orienta e impulsa al pueblo mexicano hacia el
progreso.
La
obra de Juárez se palpa, se vive y se respira cotidianamente: en el goce
de los derechos ciudadanos que deriva de la vigencia civil de nuestras
instituciones; en la plena libertad de las creencias religiosas; en la sana
laicidad de la educación pública; en el carácter republicano de nuestra forma
de gobierno; y en lo que había sido, y hoy se duda, que sea, el quehacer
equilibrado de un Estado laico; pero sobre todo, en la libertad y la
soberanía de nuestra Patria, que rescatadas por la denodada lucha del
Presidente Juárez, se han visto consolidadas en el devenir de la vida nacional.
De
la misma forma en que la energía proveniente del sol determina la presencia y
continuidad de la vida en el mundo físico, por más que se le quisiera ignorar,
negar o desvirtuar; así también la obra de Juárez es luz y es fortaleza, que da
permanencia y continuidad al rumbo que la Historia ha señalado al destino
nacional; porque Juárez y su obra son componentes que se encuentran fusionados
de manera indisoluble al ser mismo de la Patria.
Sin
embargo, cual espuma fermentada en el caldero de los desquites y revanchas,
actualmente percibimos una fiebre antijuarista desbocada, que como el
insignificante dedo que se ufana de opacar al sol; busca negar lo que es obvio,
quiere manchar lo impoluto y pretende borrar lo perenne.
Y
así, como la sinrazón encuentra adeptos en la ignorancia, el prejuicio y la
ausencia de cordura; no escasean los que movidos por su falta de conciencia
histórica, se convierten en cómplices idóneos de aquéllos que cumpliendo con su
auténtico papel pretenden retomar un camino que para salud de la nación, el 19
de junio de 1867 con la muerte de Maximiliano, Miramón y Mejía en el Cerro de
las Campanas quedó trunco.
Era
regidor del ayuntamiento de Oaxaca y tenía 25 años de edad, cuando Juárez el 16
de septiembre de 1831, pronunciando el discurso con que se conmemoraban los 21
años de la iniciación de la guerra por la independencia; dejó definidas ya, sus profundas convicciones
reformistas, al afirmar en su discurso lo que en su concepto era necesario cambiar
en ese momento: necesitamos, decía, “desechar de nuestro sistema político
las máximas antisociales, con que España nos gobernó y nos educó por tantos
años”...
“Mezcló la política con la religión para
revestir sus máximas de una veneración que sólo a Dios es debida”.
“Sistematizó la intolerancia y el fanatismo y
cualquiera que osaba reclamar sus derechos a atacar los abusos del poder con
las armas de una razón ilustrada, recibía el cadalso o la hoguera, por única
satisfacción a sus reclamos”.
“Todos estos efectos son todavía reliquias del
gobierno colonial”...
“España los adoptó, porque al fin era
conquistadora y se propuso oprimir y sojuzgar una colonia de esclavos”.
“Pero nosotros que formamos una nación libre y
soberana; nosotros que hemos adoptado la forma de gobierno republicano,
nosotros que no somos señores ni vasallos degradados; debemos seguir las reglas
de una política ilustrada y justa. Debemos proteger al hombre, librándolo de
los tributos que lo agobian y que menoscaban el sustento de sus hijos”.
“Debemos remover todos los obstáculos, que
impiden el libre ejercicio de sus derechos”.
“Debemos de respetar al ministro del santuario
que predica la moral pura del evangelio, y que hermanándola con la política,
cual otro Hidalgo, siembra en nuestra juventud semillas de patriotismo, de
libertad y de las demás virtudes”.
“Debemos en fin proteger la ilustración de
todas las clases, teniendo presente que sólo los tiranos gobiernan en las
tinieblas; y los que viven de los abusos y de la ignorancia de los hombres, son
los que temen y aborrecen el progreso de las luces”.
México,
como lo sabía Juárez, había arribado a su mayoría de edad desde el momento en
que conquistó su independencia y por lo
tanto, no podía seguir rigiendo su vida como país, bajo las mismas estructuras
fundamentales de la época colonial.
Urgía
un nuevo marco jurídico, económico, político y social; a lo que por su- puesto
se oponían las clases privilegiadas como la aristocracia, la milicia y el
clero, a las que favorecía el sistema
colonial y deseaban que así se conservara.
En
enero de 1858, como consecuencia de la promulgación de la constitución liberal
de 1857, conservadores y liberales se trabaron en guerra feroz; los
conservadores por suprimir la vigencia de la nueva constitución y los liberales
por sostener su cumplimiento.
El
presidente Comonfort abandona su cargo, el que por ministerio de ley es ocupado
interinamente por Juárez.
En
plena guerra, y sabiendo que no había tiempo que perder, que era ahora o nunca;
en julio de 1859 desde Veracruz, Juárez lanza un enérgico manifiesto a la
nación y expide una media docena de leyes, que declaraban la separación de la
iglesia y del estado y entregaban al poder civil algo que había estado siempre
en manos de la iglesia: el manejo de los asuntos civiles, como el matrimonio;
los cementerios; el registro civil y la administración de hospitales y casas de
beneficencia; proclamando además la libertad de cultos.
Por
contener el ideario liberal y por tender a liquidar legislaciones caducas y estructuras
anacrónicas, estas disposiciones y otras más son conocidas como las “Leyes de
Reforma”; que hasta nuestros días, por los radicales cambios que implicaron,
siguen caracterizando de manera determinante la obra de Juárez.
Variadas
son las facetas que su vida y su obra le muestran a la nación, pues
históricamente brilló como político, legislador, liberal, reformador,
gobernante y defensor irreductible de la Patria y su soberanía; derivando de
todo ello un valioso legado que da origen a la doctrina juarista.
De
la doctrina política de Juárez nacen los principios de AUTODETERMINACIÓN DE
LOS PUEBLOS Y DE LA NO INTERVENCIÓN EN SUS ASUNTOS INTERNOS POR PARTE DE
NACIONES EXTRAÑAS; principios que son la pauta que marca lo que debería de
ser la postura invariable de México, en el ámbito de la política internacional
y en la búsqueda de la paz.
Estos
principios no nacen de la casualidad, sino de la experiencia en carne
propia que nos dejaron las dolorosas cicatrices históricas de la intervención
norteamericana de 1847, y posteriormente en la intervención francesa y el
fallido Imperio de Maximiliano; época ésta, en la que la recia figura de
Juárez, simbolizó la fuerza de la fé, del honor y del patriotismo del pueblo
mexicano; pues bajo su liderazgo le cupo entonces a México el alto honor y la
dignidad de participar y triunfar en una guerra, que de acuerdo a las más
elevadas concepciones éticas y filosóficas, es la única guerra justificada: la
que se enfrenta en defensa de un derecho supremo, como lo es la integridad y la
soberanía de la Patria; y nunca la guerra ofensiva motivada por afanes de
dominio en perjuicio de los pueblos débiles.
Con
ese triunfo, el pueblo mexicano borraba también de su panorama histórico la
imagen de la monarquía como sistema de Gobierno, reafirmando para siempre su
más pura vocación Republicana.
“ENTRE LOS INDIVIDUOS COMO ENTRE LAS NACIONES,
EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ”.
Así
sentencia el apotegma juarista que tantas y tantas veces se repite
mecánicamente, sin detenernos a analizar su verdadero significado.
¿QUÉ
ES LA PAZ? La paz es el estado indispensable y necesario para que el
individuo pueda ejercer plenamente todos y cada uno de sus derechos, y realizar
libremente los propósitos legítimos que se haya formulado.
La
paz es una situación de perfecto equilibrio, es el ambiente ideal para que
tanto los hombres como los pueblos se realicen y progresen.
La
pérdida de la paz conduce a la inseguridad y al atraso. Si la paz se quebranta,
la vida de los hombres y pueblos se trastorna, volviéndose anormal tanto, como
una enfermedad que debilita y extermina. Una vez que la paz se ha roto se
requieren grandes esfuerzos y sacrificios para recuperarla, y desgraciadamente
de lo que se perdió en su ausencia, es mucho lo que ya no es posible remediar.
Nadie puede negar que si las naciones
o los individuos en particular, respetan los límites del derecho de los demás
absteniéndose de profanar ese territorio ajeno; son posibles y seguros la
convivencia armónica y el florecimiento de la paz.
Pero
cuando en la calma que les brinda la abundancia, y la impunidad que les da la
fuerza, los países poderosos maquinan tranquila y fríamente la forma en que
pueden vulnerar los derechos y sacar la mayor ventaja posible de los pueblos
débiles, entonces estallan los conflictos.
La
vergüenza cubre la cara del mundo y cabalgan en el viento el oprobio y la
vileza; ante los que se yerguen el valor y la dignidad del ofendido en la
búsqueda del rescate de su honor. De ello México da testimonio recordando los
hechos de que fue protagonista durante las intervenciones norteamericana de
1847 y la francesa de 1862.
Los
derechos de los pueblos que con más frecuencia son desgarrados por los
colmillos del abuso y la ambición, son los siguientes:
El
derecho a ejercer su soberanía, esto es, a darse sus propias leyes, a decidir
la forma de gobierno que más les satisfaga y a tomar en el ámbito interno sus
propias determinaciones libremente y sin presiones de ninguna especie.
El
derecho a ser tratados con igualdad jurídica y política dentro del concierto de
las naciones.
El
derecho a elegir libremente los países con los cuales realizar su comercio.
El
derecho a conservar la integridad de su territorio y a explotar libremente y en
plenitud sus recursos naturales, ejerciendo sobre ellos su más completo
dominio.
Derechos
elementales, podríamos decir, pero que sin embargo son sagrados y constituyen
la mayor tentación de aquellos pueblos, que por sistema no suelen respetar el
derecho que les es ajeno.
Hasta
aquí hemos abordado sólo algunos de los aspectos que se relacionan con la vida,
obra y pensamiento de Juárez; en apenas un intento por rendirle homenaje en
este día, en el que, ante su monumento nos congregamos para conmemorar los 198
años de su natalicio; siendo propicia la ocasión para ratificar nuestra más acendrada
fe juarista y liberal, convencidos de que con Juárez, el bien de la Patria
tiene sustento, tiene camino, tiene rumbo y tiene futuro; a partir de lo cual
somos capaces de forjar el México que todos queremos: un México más libre, un
México más grande, un México más digno, un México más nuestro, ¡VIVA MÉXICO!
Profr. y Lic. José Balboa Maldonado
“LA GRANDEZA DE
JUAREZ NO NECESITA ELOGIOS.
SE JUZGA POR SUS
HECHOS”
Cuando
la vida es lucha, y la muerte su victoria, hermoso es el legado de los hombres
que en estos hechos se significan, es lo que queda, lo perdurable de los
hombres que trabajan por el bienestar de sus pueblos, se inmortalizan en el
tiempo; y una vez más vuelve a cobrar vigencia, la frase acuñada por el
brillante orador Jesús Urueta: “El polvo que piensa, no vuelve al polvo”. La
grandeza de Juárez no necesita elogios, para elevarse al infinito astral que
corresponde a los hombres de su estatura. “En comparación suya parecen nada los
talentos, las palabras, los actos de los próceres; él, era lo que quedaba, lo perdurable, la
conciencia de México”. Cualesquiera que sean los defectos de su personalidad,
su patriotismo es una lección que habremos de defender permanentemente, porque
su naturaleza y dimensiones no es posible fraccionarlas en ningún sentido.
La
muerte de Benito Juárez, aún conmueve el corazón de los mexicanos, en cada
aniversario de su fallecimiento, su alma y sus ideas ocupan el tiempo y el
espacio inspirando a la nación y removiendo nuestras conciencias con el impulso
que la historia nos entrega.
Juárez
ha sido la luz de la patria que alumbra el camino de nuestra nación, no solamente
del pasado, sino en el presente y futuro del país; si queremos seguir siendo
libres, independientes, con un sistema soberano en el que el gobierno de la ley
sea la base verdadera del estado de derecho. Los gobernantes deben dirigir al
país no a su gusto, capricho o interés personal sino sólo realizar las
atribuciones que la constitución y las leyes que de ella emanan le señalan al
órgano de poder que representan.
La
presencia de Benito Juárez, señaló el camino de la nación y marcó el futuro de
nuestras generaciones. Su gallardía despertó la conciencia de un pueblo
angustiado ante la amenaza extranjera, su figura es un ejemplo de limpieza y
honradez, lo que dejó una huella imborrable en su estilo de gobernar.
Hoy
las estructuras anacrónicas pretenden que los niños y los jóvenes olviden la
obra de Juárez, pero él adelantándose a las ingratitudes de sus compatriotas
advirtió “la instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a
la vez que el medio más seguro de hacer imposible los abusos del poder”
Es
oportuno hoy, en las proximidades de los tiempos electorales; en estos momentos
en que Juárez es actual, en estos momentos en que Juárez no es un cadáver sino
un líder, se levanta de su tumba y parece que con su ceño adusto y su índice de
fuego nos señala que “La democracia es
el destino de la humanidad futura, la libertad su indestructible arma y la
perfección el fin a donde se dirige”. Fórmula que el Partido Revolucionario
Institucional, invariablemente aplica
para elegir a los ciudadanos que han ganado su haber con el sudor de su frente,
con el trabajo constante hacia el interior del partido, reflejándose al servido
de la sociedad; pues son los que tienen intereses mas directos en la paz y la
tranquilidad públicas, en razón de que de ellas depende su existencia; mientras
que los aspirantes que adolecen de arrogancia, vanidad y prestigio, quieren
figurar sólo por el prurito de innovar y de establecer utopías tan bellas en el
discurso como desastrosas en su aplicación, animados por sus ambiciones
personales o de grupo, ante la más completa ignorancia de las necesidades del
pueblo.
Héctor García Rodríguez